Uno de los trabajos de artesanía más frecuentes e importantes en el oriente asturiano hasta finales del siglo XX fue el oficio de cestero, que se desarrollaba en muchos pueblos del oriente y muy especialmente en mi pueblo, LLonin, perteneciente al concejo de Peñamellera Alta, donde nací yo y anteriormente mi padre Ramón, que ejerció el oficio de cestero desde muy joven, hasta finales de siglo XX, cuándo todavía nos obsequiaba con algunas de sus obras artesanas a hijos, nietos y amigos. Con lo que le he visto hacer, y copie de el, estoy intentando que este oficio no se pierda en la familia. Difícil tarea me eché.

domingo, 3 de noviembre de 2013

PROCESO DE CREACIÓN


El primera paso para poder hacer los cestos es cortar la madera de avellano, estos en concreto están cortados en el termino municipal del pueblo de LLonin, en las laderas de sus ríos, donde siempre hubo mucho avellano. Antes de  cortar  el palo hay que escoger los mas lisos y rectos posible, y acarrearlo a cuestas a un canino donde llegue el coche, para su traslado hasta el pueblo de Soberron, a unos 45 Km.
 

 
 
 

 
 

En época de mi padre  se sacaba al hombro hasta el camino y después se trasladaba en burro asta el  pueblo de LLonin, donde tenía el horno.

Una vez en Soberron hay que meterlo en el horno  para darle calor hasta que el tronco  de avellano esta cocido, pero sin llegar a tostarse. Una vez cocido, se procede a  henderlo o “jenderlo” a la mitad y sacar el mayor numero de costillos posibles. Los costillos son las tiras de de las que se compone el cesto.
 
 
 
 

 

Posteriormente los costillos se trasladan  al  banco de trabajo para desbastarlos con la rasera hasta dejarlos en menos de dos milímetro,  por consiguiente, hay  que tener  la mente y el tacto coordinados para no desbaratar demasiado y no echar a perder todo el trabajo anteriormente realizado.
 






Una vez labrados los costillos se procede a humedecerlos  y se van doblando con suavidad para que cojan flexibilidad,  antes de ponerse a la formación del cesto que se desee.